miércoles, 29 de octubre de 2014

Los libros olvidados



Esta entrada es una cariñosa dedicatoria para todos esos libros que descansan en las estanterías de las bibliotecas públicas y que llevan tiempo sin salir…sin ver el sol…sin que nadie los abra…porque hay muchos libros que pasan largas temporadas olvidados, sin que nadie les quite el polvo.

Todo esto viene, porque hace una semana estuve en la biblioteca municipal y me llevé cuatro libros, cuál sería mi sorpresa al ver que llevaban MUUUUUUUCHO tiempo sin que nadie los cogiera y por tanto, sin que nadie los leyera, y me dieron pena…en ese momento los humanicé y no podía evitar imaginármelos tristes…allí solos. En el fondo un libro que lleva tanto tiempo cerrado es como un día gris. 

Y no solo me da pena por los libros en sí mismos, sino también porque me dan pena todas esas personas que se han perdido la oportunidad de disfrutar de ellos…debe ser porque como yo los disfruto tanto, me parece imposible que alguien no disfrute con su lectura. Para representar esta condena, ahí van los datos de estos cuatro libros:


“La vida secreta de los números”. George G Szpiro (Divulgación. Matemáticas)
  • Último préstamo: Febrero d 2011
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 4 veces (desde 2009)


 

“Un día más con vida”. Ryszard Kapucinski (Ensayo)

  • Último préstamo: Marzo de 2011
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 7 veces desde 2004




 “Viaje con Heródoto”. ”. Ryszard Kapucinski (Ensayo. Viajes)

  • Último préstamo: Noviembre de 2009
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 14 veces desde 2007


 “Siempre habrá un lugar para soñar”. Luis Anguita (Narrativa)

  • Último préstamo: Abril de 2013
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 2 veces desde 2013





¿Cómo puede ser?, ¿tan pocos lectores hay?, ¿a nadie le interesan?, ¿no resultan sugerentes los títulos? (aunque solo sea por eso el último de los libros debería ser el más prestado en estos tiempo), ¿el e-book hace estragos? (esta última razón no hya que menospreciarla)

De todas formas a la tristeza también le acompañó un sentimiento de sorpresa, porque no podía entender que a nadie le hubiera interesado leer esos libros en tanto tiempo. Dos de ellos eran menos conocidos, aunque me han parecido muy buenos libros, y uno en concreto es sobre un tema para muchos no muy atractivo como son las matemáticas. Pero hay dos libros en concreto que es increíble que la gente no los lea, ya que son del gran Kapucinski…cierto que no es un bestseller, que no es actual…¡¡pero es Kapucinski!!, ¿a nadie le interesa leer lo que tiene que contar una persona que vivió en primera persona acontecimientos históricos?¿a nadie le interesa las experiencias de un corresponsal de guerra que vivió, en una época sin comunicaciones por satélite o teléfonos móviles, la independencia de Angola, por ejemplo?...y esto me da más pena todavía…porque es una persona que han vivido experiencias increíbles, que ha arriesgado su vida para poder contarlas, para que el mundo las conozca y ahora…sencillamente ¿a nadie le interesan?...no me lo puedo creer. 

Me hace pensar en qué leemos, y por qué. Supongo que en gran medida nos quedamos en las novedades, y con el paso del tiempo lo que era novedad pasa al olvido, o sencillamente a aquellos libros que no aparecen en los más vendidos no les damos ni la más mínima oportunidad, pero ¿cuántos buenos momentos nos estaremos perdiendo por ello?.

sábado, 18 de octubre de 2014

Marcapáginas

Este es un tema curioso, porque a las personas que les gusta algo, ya sean los libros, las películas o cualquier otra cosa, generalmente también le gustan todas esas "cosas" adicionales que rodean al objeto de su deseo...y claro, los amantes de los libros, al menos en esto, no somos una excepción (al menos en mi caso), así que he desarrollado cierto gusto por coleccionar marcapáginas y me encanta que me los regalen, esto se llama ser un poco fetichista ¿no?.

Uno les termina cogiendo cariño, casi tanto como a los libros, supongo que por el tiempo que se pasa juntos, al final te acompañan un libro tras otro, a lo largo de los años, y claro esto crea un vínculo especial. Seguramente alguien esté pensando que esto es un poco enfermizo...y no le quito la razón, la verdad es que no lo sé, pero, yo les tengo cariño...a todos y cada uno de ellos. Es más, una cosa que me duele especialmente es perderlos, porque he perdido bastantes, algunos muy queridos para mí, y me molesta y hace que me enfade conmigo misma, por no haber sido capaz de cuidarlo mejor.


Algunos de mis marcapáginas

En esto de los marcapáginas hay gustos para todos y todas. Hay personas que cogen como marcapáginas una simple hoja de papel y eso es bastante, su función la cumple desde luego; los que aprovechan los innumerables marcapáginas que te dan en la Feria del Libro, o cuando compras determinados libros (aunque cada vez menos), y que, al menos a mí, después me da pena tirar aunque sean simple publicidad; después están los hechos a mano, yo tengo alguno que me ha regalado mi madre, estos son muy especiales, porque la persona que los hace, o te los hace, está claro que está pensando en ti, y eso siempre es mágico; también me resulatan casi igual de especiales que los anteriores aquellos que te han regalado, porque algunos muestran que han pensado mucho en tí, como mi marcapáginas metálico con notas musicales o el que tiene forma de bici, donde se combinan otros rasgos de mi.

Algunos de mis marcapáginas "más especiales"
Hace no mucho compré algunos libros de segunda mano, y al echarles un vistazo descubrí en su interior lo que debía ser unos marcapáginas del anterior dueño, no dejaban de ser una simple cartulina con dibujos hechos a mano, pero me dió por pensar en la persona que los hizo, que los utilizó, que los metió en aquel libro...eran de colores alegres, con flores y colores vivos y algo infantiles, así que me imaginé a una persona feliz con sus libros, disfrutando de ese mismo libro que yo ahora tenía en mis manos y que, quizá, hace tiempo que había dejado esos trazos infantiles...y después de meditar mucho no tuve el valor de tirarlos, era como tirar los sueños de la persona que los había hecho, quizá es una tontería, pero...era lo que sentí en ese momento, así que fue a la caja de los marcapáginas, y ahí siguen esperando el momento de volver a realizar su función y participar de la felicidad de un buen libro. Y es que las cosas que dejamos atrás dicen mucho de nosotros mismo.

Así que ahora cuando viajo por ahí, o voy a algún museo, en vez de comprar cosas que se quedan en las estanterías y no sirven para mucho (figuritas, figuritas y figuritas) lo que hago es traerme conmigo un marcapáginas, que seguro podrá compartir conmigo felices e intensos momentos futuros...

lunes, 6 de octubre de 2014

Primeras lecturas...o del nacimiento de una pasión


Tengo que reconocer que en mi niñez no era una ávida lectora de tebeos, ni de historias infantiles, no pasaba horas leyendo a Jabato, El Capitán Trueno o similares, ni siquiera Mortadelo y Filemón…no, era más bien lo contrario. Mi relación con los libros, no fue un amor temprano, sino más bien del inicio de mi juventud (no sé si relacionado con los cambios hormonales…nunca lo había pensado).
Recuerdo que el primer libro que leí, que sea digno de ese nombre, fue Cinco semanas en globo de Julio Verne, estaría en 4º de EGB (sí en mi época todavía era EGB) y supuso el descubrimiento de los libros, aunque no fue el pistoletazo de salida de mi avidez lectora, porque aunque recuerdo leerlo con gusto, el gusanillo de la lectura llegó un par de años después. 

Creo que el inicio preciso de esa especie de enfermedad se produjo con dos libros (que estoy segura a muchos les hará sonreír). El primero, Mujercitas de Louisa May Alcott (y todas las secuelas de este libro, por supuesto). Lo sé, visto ahora es un poco ñoño, pero en ese momento me hizo descubrir a una Jo independiente y segura de sí misma con la que siempre quise identificarme y que siempre admiré. 

 Mi querido libro de Mujercitas (contiene también las siguientes novelas)


El segundo de esos libros fue Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas (y por supuesto todas sus secuelas posteriores), y aquí me enamoré de Athos, y quise ser uno de ellos, aprendí mucha historia francesa (algo tergiversada, cierto es, pero con cierta dosis de verdad) que también despertó en mi el cariño y afición que siento hacia la historia en general. Ambos libros los guardo con cariño, y un poco perjudicados, el primero regalo de mi abuela y el segundo un regalo (algo forzado diría ella) de mi madre…lo que hace que les tenga aún más cariño si cabe.


Mi maltratado ejemplar de Los tres mosqueteros


A partir de estos dos libros fue como abrir la veda, como romper una presa, de repente empecé a leer…sin parar…al principio buscando aventuras principalmente. Aún recuerdo las tardes que pasé con el Corsario Negro y Yolanda de Emilio Salgari surcando mares de nombres exóticos. Y las tardes de verano leyendo una detrás de otra las romanticonas novelas, con algo de históricas, de Rafael Pérez y Pérez, un autor poco conocido hoy en día, pero del que mi abuela tenía estanterías enteras, así que me dediqué a desvalijar su biblioteca, con algunos títulos memorables…La doncella de Loarre, el Hombre del tajo en la cara, El templario o Los Cien caballeros de Isabel la Católica…os aseguro que me pasé un verano intensivo con este autor, lo que provocó que nunca más lo volviera a leer, del atracón que me di.

Pero hay otros títulos que seguro muchos puedan incluir entre sus lecturas tempranas, como los libros de mi adorado Walter Scott con la increíble Ivanhoe, los libros de Robert Louis Stevenson, como La isla del tesoro o La flecha negra o Mark Twain con historias emocionantes como Príncipe y mendigo o la cómica Un yanqui en la corte del Rey Arturo…¡¡cuántos recuerdos!!. 


Inicio de Ivanhoe

Poco después di el salto a la fantasía…y volé con el dragón blanco en La historia interminable de Michael Ende, este libro recuerdo habérmelo leído en un solo día, y dar el salto a los libros con mayúsculas, más que nada por el volumen, cuando leí El Señor de los Anillos de Tolkien.



la historia interminable, mi debut con la fantasía


Y es que si sigo haciendo memoria esta entrada no va a tener final, porque cada vez que escribo un título o un autor me vienen a la memoria otros diez títulos más o autores que me marcaron igualmente (las historia de los cinco, de los tres investigadores, y un larguísimo etc.).

Ay, me estoy dejando llevar por la nostalgia…cuantas lecturas increíbles, que me hicieron soñar por unas cuantas horas, que me hicieron sentir que el estómago se me encogía ante los peligros de mis héroes, o me hicieron llorar con la muerte de personajes como Gandalf o Beth (dos de esos momentos que no podré olvidar y que casi hacen que dejara de seguir leyendo los libros de la pena que me dio). Y es que es maravilloso que la palabra escrita sea capaz de emocionar de esa manera…quizá por eso, después de tantos años, sigo enganchada a este vicio entre los vicios…y es que soñar es adictivo.