sábado, 29 de noviembre de 2014

Mi libro preferido es...

Una cuestión difícil donde las haya, cuando uno ha leído, y leído mucho, y de muy diferentes libros...¿cómo decidirse por un libro concreto?.

Es difícil, porque además lo que hoy te parece la mejor lectura se diluye con el tiempo, o aparecen nuevas lecturas que vienen a sustituir a las anteriores en esa percepción. Además las lecturas y la percepción que tenemos de ellas depende del momento y el lugar, de la edad, de las circunstancias personales, vamos que hay tantas variables que lo de tener un libro preferido lo veo harto complicado, por no decir imposible.

Me ha ocurrido numerosas veces que tienes un recuerdo de un libro concreto, un recuerdo magnífico, de disfrute, y que vuelves a leerlo y de repente no es lo que era...no es tan bueno, y te estropea un poco el recuerdo que tenías de él, es algo similar a cuando vueves a ver esos dibujos animados que de pequeño te había parecido maravillosos y que con el paso del tiempo se han quedado obsoletos e inlcuso ñoños, pues es lo mismo. Porque cada libro tiene su momento y su lugar, te dicen lo que tienen que decirte de acuerdo a las circunstancias que te rodean y por ello el libro que ayer te habló hoy quizá no te diga nada, e incluso puede que estropee el recuerdo que tenías...por esa razón no me gusta repetir lecturas, por el riesgo de estropear el recuerdo que dejó, y por no dejar tiempo para encontrar nuevas lecturas preferidas en el futuro, quedándome anclada en las preferencias pasadas. 

Creo que es más fácil definir las preferencias a determinadas edades, es decir, veo más factible decir que tal o cual libro era "mi preferido" cuando era pequeña o en determinada época, porque supuso algo especial o nos dió un mensaje que necesitábamos escuchar, o porque sencillamente fue el perfecto compañero en un momento en el que necistábamos compañía.

 
Uno de mis libros "preferidos"

En numerosas ocasiones es más sencillo decantarse por un autor preferido que por un libro, porque un libro es demasiado limitado, o al menos a mí me lo parece. 
Si me pudiera a hacer una lista de "libros preferidos" estoy casi segura que no saldrían menos de 60 libros...y esa sería mi máxima aproximación a definir un libro preferido que me veo capaz de hacer, porque me daría pena dejar alguno de esos libros fuera de esa etiqueta de "preferidos", aunque ellos sean indiferentes a esas consideraciones. 
Así que declaro mi absoluta imposibilidad de definir mi libro preferido, y com recompensa me quedo con todos y con la posibilidad de buscar preferidos en el futuro. Y es que es una búsqueda larga...
Felices lecturas.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los libros olvidados



Esta entrada es una cariñosa dedicatoria para todos esos libros que descansan en las estanterías de las bibliotecas públicas y que llevan tiempo sin salir…sin ver el sol…sin que nadie los abra…porque hay muchos libros que pasan largas temporadas olvidados, sin que nadie les quite el polvo.

Todo esto viene, porque hace una semana estuve en la biblioteca municipal y me llevé cuatro libros, cuál sería mi sorpresa al ver que llevaban MUUUUUUUCHO tiempo sin que nadie los cogiera y por tanto, sin que nadie los leyera, y me dieron pena…en ese momento los humanicé y no podía evitar imaginármelos tristes…allí solos. En el fondo un libro que lleva tanto tiempo cerrado es como un día gris. 

Y no solo me da pena por los libros en sí mismos, sino también porque me dan pena todas esas personas que se han perdido la oportunidad de disfrutar de ellos…debe ser porque como yo los disfruto tanto, me parece imposible que alguien no disfrute con su lectura. Para representar esta condena, ahí van los datos de estos cuatro libros:


“La vida secreta de los números”. George G Szpiro (Divulgación. Matemáticas)
  • Último préstamo: Febrero d 2011
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 4 veces (desde 2009)


 

“Un día más con vida”. Ryszard Kapucinski (Ensayo)

  • Último préstamo: Marzo de 2011
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 7 veces desde 2004




 “Viaje con Heródoto”. ”. Ryszard Kapucinski (Ensayo. Viajes)

  • Último préstamo: Noviembre de 2009
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 14 veces desde 2007


 “Siempre habrá un lugar para soñar”. Luis Anguita (Narrativa)

  • Último préstamo: Abril de 2013
  •  Se ha sacado a lo largo de su vida: 2 veces desde 2013





¿Cómo puede ser?, ¿tan pocos lectores hay?, ¿a nadie le interesan?, ¿no resultan sugerentes los títulos? (aunque solo sea por eso el último de los libros debería ser el más prestado en estos tiempo), ¿el e-book hace estragos? (esta última razón no hya que menospreciarla)

De todas formas a la tristeza también le acompañó un sentimiento de sorpresa, porque no podía entender que a nadie le hubiera interesado leer esos libros en tanto tiempo. Dos de ellos eran menos conocidos, aunque me han parecido muy buenos libros, y uno en concreto es sobre un tema para muchos no muy atractivo como son las matemáticas. Pero hay dos libros en concreto que es increíble que la gente no los lea, ya que son del gran Kapucinski…cierto que no es un bestseller, que no es actual…¡¡pero es Kapucinski!!, ¿a nadie le interesa leer lo que tiene que contar una persona que vivió en primera persona acontecimientos históricos?¿a nadie le interesa las experiencias de un corresponsal de guerra que vivió, en una época sin comunicaciones por satélite o teléfonos móviles, la independencia de Angola, por ejemplo?...y esto me da más pena todavía…porque es una persona que han vivido experiencias increíbles, que ha arriesgado su vida para poder contarlas, para que el mundo las conozca y ahora…sencillamente ¿a nadie le interesan?...no me lo puedo creer. 

Me hace pensar en qué leemos, y por qué. Supongo que en gran medida nos quedamos en las novedades, y con el paso del tiempo lo que era novedad pasa al olvido, o sencillamente a aquellos libros que no aparecen en los más vendidos no les damos ni la más mínima oportunidad, pero ¿cuántos buenos momentos nos estaremos perdiendo por ello?.

sábado, 18 de octubre de 2014

Marcapáginas

Este es un tema curioso, porque a las personas que les gusta algo, ya sean los libros, las películas o cualquier otra cosa, generalmente también le gustan todas esas "cosas" adicionales que rodean al objeto de su deseo...y claro, los amantes de los libros, al menos en esto, no somos una excepción (al menos en mi caso), así que he desarrollado cierto gusto por coleccionar marcapáginas y me encanta que me los regalen, esto se llama ser un poco fetichista ¿no?.

Uno les termina cogiendo cariño, casi tanto como a los libros, supongo que por el tiempo que se pasa juntos, al final te acompañan un libro tras otro, a lo largo de los años, y claro esto crea un vínculo especial. Seguramente alguien esté pensando que esto es un poco enfermizo...y no le quito la razón, la verdad es que no lo sé, pero, yo les tengo cariño...a todos y cada uno de ellos. Es más, una cosa que me duele especialmente es perderlos, porque he perdido bastantes, algunos muy queridos para mí, y me molesta y hace que me enfade conmigo misma, por no haber sido capaz de cuidarlo mejor.


Algunos de mis marcapáginas

En esto de los marcapáginas hay gustos para todos y todas. Hay personas que cogen como marcapáginas una simple hoja de papel y eso es bastante, su función la cumple desde luego; los que aprovechan los innumerables marcapáginas que te dan en la Feria del Libro, o cuando compras determinados libros (aunque cada vez menos), y que, al menos a mí, después me da pena tirar aunque sean simple publicidad; después están los hechos a mano, yo tengo alguno que me ha regalado mi madre, estos son muy especiales, porque la persona que los hace, o te los hace, está claro que está pensando en ti, y eso siempre es mágico; también me resulatan casi igual de especiales que los anteriores aquellos que te han regalado, porque algunos muestran que han pensado mucho en tí, como mi marcapáginas metálico con notas musicales o el que tiene forma de bici, donde se combinan otros rasgos de mi.

Algunos de mis marcapáginas "más especiales"
Hace no mucho compré algunos libros de segunda mano, y al echarles un vistazo descubrí en su interior lo que debía ser unos marcapáginas del anterior dueño, no dejaban de ser una simple cartulina con dibujos hechos a mano, pero me dió por pensar en la persona que los hizo, que los utilizó, que los metió en aquel libro...eran de colores alegres, con flores y colores vivos y algo infantiles, así que me imaginé a una persona feliz con sus libros, disfrutando de ese mismo libro que yo ahora tenía en mis manos y que, quizá, hace tiempo que había dejado esos trazos infantiles...y después de meditar mucho no tuve el valor de tirarlos, era como tirar los sueños de la persona que los había hecho, quizá es una tontería, pero...era lo que sentí en ese momento, así que fue a la caja de los marcapáginas, y ahí siguen esperando el momento de volver a realizar su función y participar de la felicidad de un buen libro. Y es que las cosas que dejamos atrás dicen mucho de nosotros mismo.

Así que ahora cuando viajo por ahí, o voy a algún museo, en vez de comprar cosas que se quedan en las estanterías y no sirven para mucho (figuritas, figuritas y figuritas) lo que hago es traerme conmigo un marcapáginas, que seguro podrá compartir conmigo felices e intensos momentos futuros...

lunes, 6 de octubre de 2014

Primeras lecturas...o del nacimiento de una pasión


Tengo que reconocer que en mi niñez no era una ávida lectora de tebeos, ni de historias infantiles, no pasaba horas leyendo a Jabato, El Capitán Trueno o similares, ni siquiera Mortadelo y Filemón…no, era más bien lo contrario. Mi relación con los libros, no fue un amor temprano, sino más bien del inicio de mi juventud (no sé si relacionado con los cambios hormonales…nunca lo había pensado).
Recuerdo que el primer libro que leí, que sea digno de ese nombre, fue Cinco semanas en globo de Julio Verne, estaría en 4º de EGB (sí en mi época todavía era EGB) y supuso el descubrimiento de los libros, aunque no fue el pistoletazo de salida de mi avidez lectora, porque aunque recuerdo leerlo con gusto, el gusanillo de la lectura llegó un par de años después. 

Creo que el inicio preciso de esa especie de enfermedad se produjo con dos libros (que estoy segura a muchos les hará sonreír). El primero, Mujercitas de Louisa May Alcott (y todas las secuelas de este libro, por supuesto). Lo sé, visto ahora es un poco ñoño, pero en ese momento me hizo descubrir a una Jo independiente y segura de sí misma con la que siempre quise identificarme y que siempre admiré. 

 Mi querido libro de Mujercitas (contiene también las siguientes novelas)


El segundo de esos libros fue Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas (y por supuesto todas sus secuelas posteriores), y aquí me enamoré de Athos, y quise ser uno de ellos, aprendí mucha historia francesa (algo tergiversada, cierto es, pero con cierta dosis de verdad) que también despertó en mi el cariño y afición que siento hacia la historia en general. Ambos libros los guardo con cariño, y un poco perjudicados, el primero regalo de mi abuela y el segundo un regalo (algo forzado diría ella) de mi madre…lo que hace que les tenga aún más cariño si cabe.


Mi maltratado ejemplar de Los tres mosqueteros


A partir de estos dos libros fue como abrir la veda, como romper una presa, de repente empecé a leer…sin parar…al principio buscando aventuras principalmente. Aún recuerdo las tardes que pasé con el Corsario Negro y Yolanda de Emilio Salgari surcando mares de nombres exóticos. Y las tardes de verano leyendo una detrás de otra las romanticonas novelas, con algo de históricas, de Rafael Pérez y Pérez, un autor poco conocido hoy en día, pero del que mi abuela tenía estanterías enteras, así que me dediqué a desvalijar su biblioteca, con algunos títulos memorables…La doncella de Loarre, el Hombre del tajo en la cara, El templario o Los Cien caballeros de Isabel la Católica…os aseguro que me pasé un verano intensivo con este autor, lo que provocó que nunca más lo volviera a leer, del atracón que me di.

Pero hay otros títulos que seguro muchos puedan incluir entre sus lecturas tempranas, como los libros de mi adorado Walter Scott con la increíble Ivanhoe, los libros de Robert Louis Stevenson, como La isla del tesoro o La flecha negra o Mark Twain con historias emocionantes como Príncipe y mendigo o la cómica Un yanqui en la corte del Rey Arturo…¡¡cuántos recuerdos!!. 


Inicio de Ivanhoe

Poco después di el salto a la fantasía…y volé con el dragón blanco en La historia interminable de Michael Ende, este libro recuerdo habérmelo leído en un solo día, y dar el salto a los libros con mayúsculas, más que nada por el volumen, cuando leí El Señor de los Anillos de Tolkien.



la historia interminable, mi debut con la fantasía


Y es que si sigo haciendo memoria esta entrada no va a tener final, porque cada vez que escribo un título o un autor me vienen a la memoria otros diez títulos más o autores que me marcaron igualmente (las historia de los cinco, de los tres investigadores, y un larguísimo etc.).

Ay, me estoy dejando llevar por la nostalgia…cuantas lecturas increíbles, que me hicieron soñar por unas cuantas horas, que me hicieron sentir que el estómago se me encogía ante los peligros de mis héroes, o me hicieron llorar con la muerte de personajes como Gandalf o Beth (dos de esos momentos que no podré olvidar y que casi hacen que dejara de seguir leyendo los libros de la pena que me dio). Y es que es maravilloso que la palabra escrita sea capaz de emocionar de esa manera…quizá por eso, después de tantos años, sigo enganchada a este vicio entre los vicios…y es que soñar es adictivo.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Y tú, ¿qué lees?

Y la pregunta no está hecha a la ligera...aunque parezca fácil, no lo es. Es sencillo responder diciendo, pues yo ahora me estoy leyendo...o el último libro que me he leído ha sido....pero cuando pasamos a géneros literarios aparecen amores incontrolados y odios intensos (bueno, más que odio, digamos que es cierta aversión), y es que para este punto los lectores somos un poco cabezotas.

Hay lectores que les gusta la novela histórica, a otros la novela negra, a otros la poesía...y como hay para todos los gustos, pues siempre hay alguno que se aocmoda a nuestras necesidades. Ahora bien también los hay que se manifiestan en negativo y dicen odiar (con idéntica intesidad que los que manifiestan su amor) la novela histórica, la novela negra o la poesía.

Tengo que reconocer que yo soy más de los segundos, en líneas generales me gusta leer de casi todo, no miro qué género es el libro que estoy cogiendo, si me llama la atención (ya sea por el argumento, alguna recomendación e inlcuso a veces por una portada atractiva) lo leo, pero...no consigo ponerme con la novela negra y la poesía, y a estas alturas creo que es más cabezonaría que una aversión racional. Es algo parecido a cuando digo que no me gustan los champiñones sin haberlos probado en la vida (alguno se habrá llevado las manos a la cabeza, lo intuyo).La pregunta es porqué esa actitud hacia estos dos géneros literarios.

Bueno el tema de la poesía es más un problema de entendimiento, lo reconozco, en líneas generales no la entiendo, no me gusta porque no sé lo que me quiere decir (a no ser que me limite a Béquer, claro), tengo la misma sensación que cuando veo un cuadro de arte contemporáneo, lo miro lo remiro y no veo nada. Y es que me gustan las lecturas con mensaje, así que estas lecturas tan abiertas a la interpretación me resultan un poco vacías (vamos que mi capacidad de interpretación es nula, admitámoslo), cuando seguramente son las que más mensaje tienen, estoy segura que esta idea es errónea, pero es lo que me hace sentir (si alguien tiene alguna recomendación para que intente iniciarme en estas lecturas...adelante).

Con la novela negra...nada, que no puedo...el rollo misterios, asesinatos y todo ese tipo de cosas me aburre soberanamente, me parecen todas iguales. Alguna vez me he propuesto leer algo de Agatha Christie, pero cuando voy a cogerlo de la estantería veo cualquier otro y se queda aplazado hasta la próxima...en la que vuelve a pasar lo mismo, claro. El último libro que intenté leerme de este género fue Adios muñeca, de Raymond Chandler, y lo tuve que dejar porque me resultaba aburrida. Y a estas alturas ya no sé si es mi propia desmotivación la que provoca este aburrimiento, o si realmente el libro es aburrido.

 Mi último intento de novela negra

Este nuevo curso (medido en parámetros estuadiantiles) me he propuesto leer al menos un libro de cada uno de estos géneros, no vaya a ser que después de tanto odiarlos me esté perdiendo lo mejor, quien sabe, entre el amor y el odio solo hay un paso, como ejemplo cuando yo era pequeña no me gustaba leer...¿quién lo diría? (tendré que probar también los champiñones)

martes, 19 de agosto de 2014

El ritual de elegir la próxima lectura

Cuando llega el momento de terminar la lectura que tienes entre manos se juntan dos emociones, la primera el placer del “hambre” saciado (si la lectura ha cubierto nuestras expectativas); y en segundo lugar el gusanillo que recorre el cuerpo cuando hay que seleccionar la lectura que nos acompañará en las próximas horas, días o semanas (en alguna rara ocasión pueden ser meses, pero en mi caso no es muy a menudo), para muchos este momento es todo un ritual en el que se ponen de manifiesto muchas manías de los que nos gusta esto de los libros.


Algunos de mis queridos libros

Yo ahora mismo estoy en ese momento, acabo de terminar un libro, que bueno, no ha saciado del todo mi apetito lector (por eso no voy  a escribir nada acerca de él), pero que me ha acompañado durante unos cuantos días como un perrillo fiel. Ahora busco en mi estantería, siempre lleno de pendientes (de este tema tendremos que hablar más despacio en otra ocasión), una historia, un amigo. 

Aquí cada uno tiene sus propios criterios de selección, unos tienen perfectamente localizados los pendientes y los llevan en estricto orden: primero en entrar primero en salir (hay un concepto informático para esto); otros sencillamente se ponen delante y esperan a que “algo” les indique cuál es el siguiente; otros van cambiando de género, reduciendo la lista de posibles candidatos; otros cogen una saga y hasta que no terminan todos los tomos no paran…hay tantos criterios o “rituales” como lectores podamos encontrar…

En mi caso, y puesto que hoy me enfrento a esta decisión, no tengo criterios claros, aunque sí ciertos hábitos (que alguien podría llamar manías, pero que a uno mismo no le gusta llamar así). Generalmente no me leo las sagas del tirón porque me termino aburriendo (ya sea de los  romanos o de los mundos fantásticos); me gusta cambiar de género para no saturarme (un vez me dio por la novela histórica y después no pude leer nada de este género hasta pasado un año), aunque a veces tengo momentos en los que me centro en los libros de divulgación y me dejo saturar un poco; no sigo el criterio de primero en entrar primero en salir, un libro puede quedarse en mi estantería como pendiente durante años, condenado al ostracismo sin motivo aparente;  y lo que sí tengo en cuenta es el tiempo del que dispongo, por ejemplo, ahora me voy de viaje en breve, y como no me puedo llevar un libro pesado, optaré por un libro que me de tiempo a leer, vamos delegadito, antes de irme para llevarme uno sin empezar (de bolsillo), porque no me gusta dejar un libro a medias durante mucho tiempo; pero quizá mi criterio clave es que intento que ese “algo” me hable…

Mi ritual favorito consiste en ponerme delante de la estantería, donde se mezclan libros ya leídos con pendientes, y recorrer sus títulos hasta que alguno me dice algo…un libro que ha estado esperando durante años, pasa a ser un título interesante, o que se impone con fuerza al resto, y por supuesto hago caso a esos impulsos, porque generalmente me llevan hacia el libro que necesito en esos momentos…y no suele equivocarse…así un libro que nunca se había hecho notar pasa a ser el más atractivo, o un libro que en un momento tuve que dejar a medias (otro tema para tratar) pasa a tener su momento…

Siguiendo este proceso, y después de pasear la vista por diversos títulos, veo varios que me llaman la atención, así que dejo que mi voz interior me diga…y así he elegido mi próxima lectura (ya veré si equivocada o no), y compañía en el jardín de Sócrates. 

lunes, 11 de agosto de 2014

Leyendo en el Jardín de Sócrates


Voy a iniciar este blog con una confesión (hay que empezar con sinceridad) y es que el nombre de este blog nace de una pequeña confusión por mi parte…sí, lo confieso, la ignorancia a veces nos lleva a estas cosas. El nombre lo había elegido pensando que una cita, que me gusta especialmente, estaba atribuida a Sócrates, la cita en cuestión es:

"Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada"

 Con la que estoy muy de acuerdo, pero he aquí, que mirando la lista de citas que voy recopilando (sí, además de libros voy coleccionando citas…los defectos son muchos), he visto que esta cita se atribuye a Cicerón y no a Sócrates, pero como el nombre me gustaba y “El jardín de Cicerón”  no me sonaba tan bien como “El jardín de Sócrates”, pues nada, se ha quedado con el nombre inicial.
Esta confesión sirva también para aclarar, que la elección del nombre no tiene nada que ver con cierta novela cuyo título se asemeja bastante (sí, sí, hablo de “Asesinato en el jardín de Sócrates”), no por nada, ya que no la he leído, aunque he pensado que quizá sea un buena forma de “inaugurarme” como blogera, me lo tendré que pensar. 

Este jardín espera ser una lugar de encuentro para amantes de los libros, los amantes de las librerías, de las bibliotecas…es decir, del mundo de los libros, con todo lo que ello conlleva, porque en el mundo de los libros caben muchas cosas, que van desde las manías lectoras, a los objetos asociados a la lectura, y a un largo etcétera, que seguro mi familia calificaría dentro del término “friki de los libros”. 

También me gustaría dejar un hueco para alguna reseña de aquellos libros que me parezcan interesantes (ya sea porque son entretenidos o porque hay algún aspecto en su contenido que me resulte especialmente llamativo), por supuesto desde un punto de vista totalmente personal, ya que no soy una entendida en literatura, mi criterio se limita a me gusta o no me gusta, sin intentar determinar el valor literario. Es más, en no pocas ocasiones, mis gustos no coinciden con el valor literario de las obras, a decir por los críticos y entendidos.  

Ojalá encuentre en las plácidas sombras de este jardín un lugar de lectura y alguien con quien compartir opiniones y manías lectoras.