Cuando llega el momento de
terminar la lectura que tienes entre manos se juntan dos emociones, la primera
el placer del “hambre” saciado (si la lectura ha cubierto nuestras
expectativas); y en segundo lugar el gusanillo que recorre el cuerpo cuando hay
que seleccionar la lectura que nos acompañará en las próximas horas, días o
semanas (en alguna rara ocasión pueden ser meses, pero en mi caso no es muy a
menudo), para muchos este momento es todo un ritual en el que se ponen de
manifiesto muchas manías de los que nos gusta esto de los libros.
Algunos de mis queridos libros
Yo ahora mismo estoy en ese momento, acabo de terminar un libro, que bueno, no ha saciado del todo mi apetito lector (por eso no voy a escribir nada acerca de él), pero que me ha acompañado durante unos cuantos días como un perrillo fiel. Ahora busco en mi estantería, siempre lleno de pendientes (de este tema tendremos que hablar más despacio en otra ocasión), una historia, un amigo.
Aquí cada uno tiene sus propios
criterios de selección, unos tienen perfectamente localizados los pendientes y
los llevan en estricto orden: primero en entrar primero en salir (hay un
concepto informático para esto); otros sencillamente se ponen delante y esperan
a que “algo” les indique cuál es el siguiente; otros van cambiando de género,
reduciendo la lista de posibles candidatos; otros cogen una saga y hasta que no
terminan todos los tomos no paran…hay tantos criterios o “rituales” como
lectores podamos encontrar…
En mi caso, y puesto que hoy me
enfrento a esta decisión, no tengo criterios claros, aunque sí ciertos hábitos
(que alguien podría llamar manías, pero que a uno mismo no le gusta llamar
así). Generalmente no me leo las sagas del tirón porque me termino aburriendo
(ya sea de los romanos o de los mundos
fantásticos); me gusta cambiar de género para no saturarme (un vez me dio por
la novela histórica y después no pude leer nada de este género hasta pasado un
año), aunque a veces tengo momentos en los que me centro en los libros de
divulgación y me dejo saturar un poco; no sigo el criterio de primero en entrar
primero en salir, un libro puede quedarse en mi estantería como pendiente
durante años, condenado al ostracismo sin motivo aparente; y lo que sí tengo en cuenta es el tiempo del
que dispongo, por ejemplo, ahora me voy de viaje en breve, y como no me puedo
llevar un libro pesado, optaré por un libro que me de tiempo a leer, vamos
delegadito, antes de irme para llevarme uno sin empezar (de bolsillo), porque
no me gusta dejar un libro a medias durante mucho tiempo; pero quizá mi criterio
clave es que intento que ese “algo” me hable…
Mi ritual favorito consiste en
ponerme delante de la estantería, donde se mezclan libros ya leídos con
pendientes, y recorrer sus títulos hasta que alguno me dice algo…un libro que
ha estado esperando durante años, pasa a ser un título interesante, o que se
impone con fuerza al resto, y por supuesto hago caso a esos impulsos, porque
generalmente me llevan hacia el libro que necesito en esos momentos…y no suele
equivocarse…así un libro que nunca se había hecho notar pasa a ser el más
atractivo, o un libro que en un momento tuve que dejar a medias (otro tema para
tratar) pasa a tener su momento…
Siguiendo este proceso, y después
de pasear la vista por diversos títulos, veo varios que me llaman la atención,
así que dejo que mi voz interior me diga…y así he elegido mi próxima lectura
(ya veré si equivocada o no), y compañía en el jardín de Sócrates.